Por Josué I. Hernández
Mateo 8:18-22
Introducción
- Durante su ministerio terrenal, Jesucristo fue seguido por grandes multitudes, quienes fueron atraídos por sus enseñanzas (Mat. 7:28-8:1) y sus milagros (Mat. 8:16-18)
- Algunos quisieron ser sus discípulos. Dispuestos a ser enseñados por él (Mat. 5:1,2) y a seguirle (Mat. 8:19).
- Más tarde, Jesús ordenaría a sus apóstoles que hicieran discípulos de todas las naciones (Mat. 28:19,20).
- Aunque el Señor siempre ha querido que todos sean sus discípulos, nunca engañó a las multitudes afirmando que sería fácil. ¡Seguirlo es un desafío!
- La respuesta del Señor (Mat. 8:20; cf. Mat. 4:18-22; Mat. 19:21).
- Es necesario sacar cuentas (Luc. 14:25-33).
- En nuestro celo por ganar almas para Cristo, ¿evitamos informar el costo de convertirse en discípulo de Jesucristo?
El discípulo renuente (Mat. 8:21).
- Cristo le había dicho, “Sígueme” (Luc. 9:59).
- La respuesta del maestro (Mat. 8:22).
- Jesús enseñaba que sus discípulos deben ponerlo a él antes que a la familia (cf. Luc. 14:26; Mat. 10:34-37; 12:46-50).
- Hay un precio que pagar para ser sus discípulos (cf. Hech. 14:21,22; 2 Tim. 3:10-12).
- En nuestro celo por proveer para nuestras familias, ¿postergamos a Jesucristo?
Hay dos razones básicas por las cuales hay negligencia en el pueblo de Dios
- No se ha enseñado el costo del discipulado.
- No se quiere pagar el precio por seguir a Jesucristo.
- Cristo dijo, “Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará” (Mar. 8:34,35).
- Hoy es día de salvación.