Jesús sana a un ciego de nacimiento


Por Josué I. Hernández

Juan 9:1-12


Introducción
  • A lo largo de su ministerio terrenal, el Señor Jesús realizó varios milagros para demostrar su poder divino (cf. Jn. 20:30,31).
  • Nuestro texto nos lleva al momento en el cual Jesús sanó a un hombre ciego de nacimiento. Esta es una de las siete señales escogidas por Juan.

I. El contexto
  • Este milagro siguió a un par de interacciones contenciosas: una mujer acusada de adulterio (Jn. 8:1-11); y, la discusión entre Jesús y los gobernantes (Jn. 8:44-59).
  • Después de esto, Jesús y sus discípulos vieron al hombre ciego, y los discípulos preguntaron basados en un error (Jn. 9:1,2); Jesús les explicó (v.3-5).
  • Después del milagro, el hombre que fue sanado fue interrogado (v.13-17) y juzgado (v.24-34), e incluso, sus padres fueron interrogados (v.18-23). El hombre que había sido sanado fue expulsado de la sinagoga (v.22,34,35).
  • Jesús lo encontró y le preguntó si creía en el Hijo del Hombre (v.35). El que había sido ciego logró entender algunas cosas importantes acerca de Jesús (v.17,25,29,30,31,32,33). Entonces, cuando Jesús le reveló su identidad, él creyó y lo adoró (v.36-38).

II. El milagro
  • Jesús y sus discípulos encontraron a este hombre mendigando (Jn. 9:8). Jesús dijo que esta era una oportunidad para hacer la obra de Dios (v.3,4).
  • Jesús escupió en tierra, hizo barro y lo puso sobre los ojos del hombre (Jn. 9:6), y le mandó que se lavara en el estanque de Siloé (v.7), y fue sanado solo después de que obedeció. Así también, la salvación es posible por el poder de Dios, cuando obedecemos (cf. Hech. 2:38; 22:16; Rom. 6:17,18,23).
  • La multitud estaba confundida (Jn. 9:8,9), lo cual nos indica que (1) la gente sabía quién era este hombre, y (2) no había ninguna expectativa de que pudiese llegar a ser curado.
  • El que había sido sanado explicó lo sucedido (Jn. 9:11), pero Jesús ya no estaba ahí (v.12), lo cual le dio a este hombre la oportunidad de demostrar su entendimiento y fe (v.17,24,25, 29-33)

III. Las lecciones
  • La gracia no se alcanza sin el esfuerzo de obediencia (Jn. 9:7).
  • El Señor se manifiesta a los que le obedecen y confiesan (Jn. 9:35-38).
  • La gente comenta, critica, pregunta, pero no obedece (Jn. 9:8-12).
  • El propósito de la venida de Cristo sigue cumpliéndose (Jn. 9:39).
  • Algunos son voluntariamente ciegos a la verdad (cf. Jn. 9:41; Mat. 13:14,15).
  • Los ciegos están incluso entre los estudiantes de la Biblia (Jn. 9:22,28,29).
  • Debemos persuadir (2 Cor. 5:11), para que abran sus ojos (cf. Hech. 26:18; Ef. 5:14), si no quieren oírnos debemos seguir adelante (cf. Hech. 13:44-51).
  • Los ciegos nos rechazarán (Jn. 9:34; cf. Jn. 15:18,19; Hech. 17:32). Debemos glorificar a Dios por ello (1 Ped. 4:16) sin intimidarnos (Fil. 1:28).

Conclusión
  • Este milagro confirmó la afirmación de Jesús de ser divino (Jn. 8:58), y el hombre ciego pudo contemplar esto, pero los que afirmaban ver rechazaron la verdad.
  • Asegurémonos de que nuestros ojos y oídos están abiertos a la verdad, reconociendo quién es Jesús y siguiendo sus pisadas.


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