Servicio que Dios aborrece

Por Josué I. Hernández


Amos 5:21-24


Introducción
  • Queremos complacer a Dios con nuestro servicio.
  • Sin embargo, no todo lo que ofrezcamos complacerá a Dios.
  • La Biblia registra varios casos y escenarios en los cuales la adoración no fue aceptada.

I. Dios aborrece el servicio fácil
  • Cuando David pecó al hacer el censo, Dios envió una pestilencia como castigo (2 Sam. 24:1,2,15). Entonces, David recibió instrucciones para construir un altar (2 Sam. 24:18); y David insistió en que pagaría por esto, “no ofreceré a Jehová mi Dios holocaustos que no me cuesten nada” (2 Sam. 24:21-25).
  • Dios nos ha llamado a ofrecer sacrificios a él (Rom. 12:1; Fil. 4:18; Heb. 13:15,16; 1 Ped. 2:5), los cuales debemos realizar con alegría y con gozo, no solo cuando sea fácil o gratis (1 Cor. 16:2; 2 Cor. 9:7).

II. Dios aborrece el servicio deshonesto
  • Ananías y Safira vendieron una propiedad y presentaron solo una parte. Conocemos el final de la historia (Hech. 5:1-11).
  • Nuestro servicio a Dios debe ser honesto, sincero, voluntariamente (Sal. 54:6). No podemos engañar a Dios (cf. Mal. 1:6-10).

III. Dios aborrece el servicio por obligación
  • Pablo instruyó a los corintios respecto a esto, “no de mala gana ni por obligación” (2 Cor. 9:6,7, LBLA).
  • Nuestro servicio a Dios ha de ser por amor a él (Mar. 12:30), por el intenso deseo de dar para su gloria (cf. 1 Cron. 29:6-17; Sal. 119:2).

IV. Dios aborrece el servicio que él nunca pidió
  • David pensó que sería buena idea construir una casa para Dios, y Natán lo animó inicialmente (2 Sam. 7:1-3). Sin embargo, Dios no quería esto de David (2 Sam. 7:4-7).
  • Podríamos engañarnos al suponer que estamos agradando a Dios (Mat. 7:22,23) y ofrecer una adoración vana (Mat. 15:7-9), un culto voluntario (Col. 2:20-23).
  • Debemos hacer todo en el nombre del Señor Jesús (cf. Mat. 18:20; Col. 3:17).

Conclusión
  • El deseo de ofrecer servicio a Dios es la intención más sublime que podamos abrigar en nuestro corazón.
  • Debemos cuidarnos de ofrecer a Dios lo que a él le agrada. ¿Lo estamos haciendo?


Artículo Anterior Artículo Siguiente