Por Josué I. Hernández
Introducción
- Proverbios 30:15,16
- Además de la muerte, una mujer que anhela un hijo, el suelo reseco, y un incendio voraz, hay codiciosos que nunca dicen “basta”.
I. El problema de la insatisfacción
- El contentamiento es una lección difícil de aprender (cf. Num. 11; Luc. 3:14; 1 Tim. 6:6,7). He aquí la “raíz de toda suerte de males” (1 Tim. 6:9,10, VM).
- Israel no se contentaba con el cuidado de Dios, “Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el destructor” (1 Cor. 10:10; cf. Fil. 2:14).
- El “deseo de tener más” nunca se sacia (Ecles. 5:10; 6:7).
- El corazón humano no fue creado para quedar satisfecho con dinero y posesiones (Luc. 12:15,19).
II. El porqué de la insatisfacción
- La insatisfacción se basa en la codicia, lo que tenemos en contraste con lo que otros poseen (“no codiciarás”, Rom. 13:9; cf. Ex. 20:17).
- ILUSTRACIÓN: Los obreros que llegaron más temprano a trabajar hubiesen estado contentos con su salario si los demás hubiesen recibido menos (Mat. 20:1-16).
- ¿Cuándo diremos “basta” (cf. Col. 3:5)?
- La insatisfacción se basa en la ingratitud (“ni le dieron gracias”, Rom. 1:21; “ingratos”, 2 Tim. 3:2).
II. La solución a la insatisfacción
- El contentamiento va de la mano con la piedad (cf. Heb. 13:5; 1 Tim. 6:6; 2 Cor. 9:8).
- El contentamiento 1) no depende de las circunstancias, 2) no depende de los recursos materiales (cf. Fil. 4:19; Ef. 1:3), y 3) no depende de las personas (Fil. 4:12,13; 2 Cor. 12:9).
- La satisfacción se encuentra en Cristo (cf. Jn. 4:13,14; 6:35).
Conclusión
- No hay satisfacción lejos de Dios (cf. Jer. 2:13).
- Lo que completa y realiza la vida humana es temer a Dios y guardar sus mandamientos (cf. Ecles. 12:13).
- Pablo abrió los ojos de los colosenses, diciéndoles “y vosotros estáis completos en él” (Col. 2:8-10).