Por Josué I. Hernández
Introducción
- Pedro dijo, “varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis” (Hech. 2:22). Nadie pudo negar semejante afirmación.
- En el primer siglo aún los enemigos de la fe, que presenciaron dichos milagros, “no podían decir nada en contra” (Hech. 4:14; cf. Jn.11:47).
- Un milagro es una intervención sobrenatural en el mundo natural, de parte de Dios, y a pesar de la ley natural; de tal modo que todos pueden ver, oír y reconocer que un milagro ha ocurrido, y en lo cual Dios tiene un propósito específico.
- No era el producto de la naturaleza y el esfuerzo humano, ni era un evento ordinario, común e insignificante. Cuando un milagro era realizado siempre había un propósito espiritual en ello (Jn. 3:2).
- La palabra “milagro” es traducción del vocablo griego “dúnamis”, el cual indica la fuente del poder sobrenatural, es decir, su origen divino. Comúnmente, “dúnamis” se traduce con las palabras milagros (ej. Mat. 11:20), poderes (ej. Mat. 14:2), y maravillas (ej. Luc. 19:37).
- Muchos de los milagros dispensados por Jesucristo ocurrieron en público, delante de incrédulos y enemigos de la verdad, durante un período de tiempo específico, y en armonía con la revelación previa, como una demostraron de su autoridad sobre el mundo, y su revelación como la verdad definitiva (cf. Jn. 5:36; 8:28; 10:25; 10:38; 12:48).
Prodigios y señales
- Los milagros de Jesucristo fueron asombrosos, de ahí el término “prodigio” (gr. “téras”). Estas intervenciones eran maravillosas y captaban la total atención de los testigos atónitos (ej. Mar. 1:27; 2:12).
- A su vez, estos actos sobrenaturales apelaban al entendimiento, dirigiendo la mente hacia alguna lección; de ahí el término “señal” (gr. “semeíon”). Por ejemplo, al multiplicar los panes (Jn. 6), Jesús señalaba que él es “el pan de vida” (Jn. 6:35), y cuando sanó al ciego (Jn. 9), señalaba que él es “la luz del mundo” (Jn. 8:12).
- Jesucristo hizo tantos tipos de milagros que Juan, el apóstol, dijo, “Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir. Amén” (Jn. 21:25).
Conclusión
- Los milagros de Jesucristo señalan su identidad (ej. Mar. 4:41).
- Jesucristo afirmó ser Dios encarnado (ej. Jn. 5:18; 8:58; 10:30), tomando para sí la potestad de perdonar pecados (Mar. 2:5-7), y sus milagros confirmaron que decía la verdad (Mar. 2:8-12). Así también, sus milagros confirman su doctrina (cf. Hech. 2:22).
- Cuando Juan el bautista quiso saber si Jesús era realmente el esperado, Jesús señaló sus milagros como las credenciales de su identidad (cf. Mat. 11:2-6).
- Cuando las multitudes tropezaron con su enseñanza, Jesús les dijo que consideraran las obras que él hacía (Jn. 10:37,38).
- El registro bíblico de los milagros de Jesús nos permite creer al igual que los testigos de primera mano, “bienaventurados los que no vieron, y creyeron” (Jn. 20:29).