Por Josué I. Hernández
- Conveniencia: “Utilidad, provecho” (RAE).
- “Porque todos buscan sus propios intereses, no los de Cristo Jesús” (Fil. 2:21, LBLA).
- “Nada hagáis por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de vosotros considere al otro como más importante que a sí mismo, no buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás” (Fil. 2:3,4, LBLA).
El celo de Jehú
- Ungido como rey sobre Israel y comisionado para herir a la casa de Acab y vengar la sangre de los profetas y de todos los siervos de Jehová (2 Rey. 9:7).
- La Biblia nos informa de cómo Jehú emprendió su misión con diligencia (2 Rey. 9-10).
Ejecutados por Jehú
- Joram, el rey de Israel, hijo de Acab (2 Rey. 9:14-26).
- Ocozías, rey de Judá, nieto de Acab por medio de Atalía (2 Rey. 9:27-29).
- Jezabel, la abominable viuda de Acab (2 Rey. 9:30-37).
- Los setenta hijos de Acab en Samaria (2 Rey. 10:1-10).
- Todos los de la casa de Acab en Jezreel, “a todos sus príncipes, a todos sus familiares, y a sus sacerdotes, hasta que no quedó ninguno” (2 Rey. 10:11).
- Cuarenta y dos parientes de Ocozías (2 Rey. 10:12-14).
- Todos los que quedaban del linaje de Acab en Samaria, “mató a todos los que habían quedado de Acab en Samaria, hasta exterminarlos, conforme a la palabra de Jehová, que había hablado por Elías” (2 Rey. 10:17).
- Todos los adoradores de Baal, “Y los mataron a espada, y los dejaron tendidos los de la guardia y los capitanes. Y fueron hasta el lugar santo del templo de Baal, y sacaron las estatuas del templo de Baal, y las quemaron. Y quebraron la estatua de Baal, y derribaron el templo de Baal, y lo convirtieron en letrinas hasta hoy. Así exterminó Jehú a Baal de Israel” (2 Rey. 10:25-28).
La palabra de Dios
- Dios elogió a Jehú, “Y Jehová dijo a Jehú: Por cuanto has hecho bien ejecutando lo recto delante de mis ojos, e hiciste a la casa de Acab conforme a todo lo que estaba en mi corazón, tus hijos se sentarán sobre el trono de Israel hasta la cuarta generación” (2 Rey. 10:30).
- Sin embargo, por boca de Oseas Dios dijo, “yo castigaré a la casa de Jehú por causa de la sangre de Jezreel, y haré cesar el reino de la casa de Israel” (Os. 1:4).
¿Por qué Dios castigaría a la casa de Jehú si él hizo lo que Dios le había ordenado?
- Por lo que Jehú no hizo. Jehú no anduvo en la ley de Dios con todo su corazón (2 Rey. 10:31; cf. 1 Rey. 16:33; 2 Rey. 13:6).
- Jehú no obedeció por amor a Dios, ni por reverencia ante su palabra, sino por conveniencia, lo cual a su vez lo dejó como rey.
- La desobediencia de Jehú ante lo que no le convenía demostró que hubiese desobedecido cualquier otro mandamiento que fuera contrario a sus intereses.
Esta es la gran lección de la vida de Jehú.
- Si obedecemos a lo que Dios dice, porque nos parece agradable y conveniente, conforme a nuestro deseo e intereses, estamos haciendo nuestra propia voluntad, no la de Dios.
- Por más celosos y entusiastas que seamos, no habrá bendición de Dios para nosotros si solamente buscamos nuestra conveniencia.