Un reino terrenal de ensueño



Por Josué I. Hernández


Introducción 
  • ¿Ha visto dibujos sobre el reino terrenal que algunos esperan?
  • Mientras estudiamos esto, dejemos que la Biblia se interprete a sí misma.

Isaías 2:1-4
  • Pedro dijo que “lo postrero de los tiempos” (Is. 2:2) comenzó en Pentecostés (Hech. 2:16,17).   
  • El “monte de la casa de Jehová” (Is. 2:2) es el reino del Mesías (cf. Dan. 2:35; 2:44) la iglesia (cf. 1 Tim. 3:15; Heb. 12:22).
  • De Jerusalén saldría la palabra (Is. 2:3), tal como Cristo lo mandó (Luc. 24:47; Hech. 1:8). 
  • Por la palabra vendría la paz (Is. 2:4; cf. Is. 9:6), tal como Pablo lo explicó (Ef. 2:11-22). 

Isaías 11:6-9
  • El Mesías es un retoño (Is. 11:1).
  • De la boca del Mesías sale una vara (Is. 11:4).
  • Carnívoros y herbívoros conviven en paz (Is. 11:6-8).
  • Por el conocimiento de Dios vendría la paz (Is. 11:9).
  • Pablo aplicó esta profecía a la coexistencia pacífica de la iglesia (Rom. 15:12; cf. 2 Cor. 5:17).
  • La reunión del pueblo esparcido (Is. 11:11) es la iglesia (Rom. 11:5). 

¿Una tierra renovada?
  • Isaías habló de “cielos nuevos” y “tierra nueva” para describir el reino del Mesías (cf. Is. 65:17; 66:22), y conectó esta expresión con las profecías en los capítulos 2 y 11 de su libro (cf. Is. 65:24,25).
  • Dios ha destinado el presente orden al fuego (2 Ped. 3:7,10,12).
  • El reino de Cristo finalizará en su forma actual cuando él regrese (cf. 1 Cor. 15:23-26). 

La enseñanza del Señor Jesús
  • Enfatizó que los ciudadanos de su reino vivirían codo a codo con los hijos del maligno (cf. Mat. 13:24-30; 13:36-43; 13:47-50; Sal. 110:1-3).
  • No prometió paz a la tierra, sino espada (cf. Mat. 10:34-39).
  • Afirmó que ser ciudadano de su reino podría costarnos la vida, y si así no fuera, ese sería el precio de hacernos sus discípulos (Mat. 16:24,25). 
  • Dijo a Pilato, “Mi reino no es de este mundo” (Jn. 18:36). 

Conclusión
  • Los verdaderos cristianos tienen una sola esperanza (cf. Ef. 4:4).
  • El Señor ha prometido “cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia” (2 Ped. 3:13), y esta herencia está “reservada en los cielos” (1 Ped. 1:4,5). 
  • Para ingresar al reino eterno debemos nacer de nuevo (Jn. 3:3,5,7).