Por Josué I. Hernández
Mateo 27:46
La necesidad de la muerte de Cristo
- Podemos morir por nuestros pecados (Rom. 6:23).
- Cristo murió por nosotros (Rom. 3:23-25; Heb. 2:9).
La herida de Cristo (“su llaga”, Is. 53:5; “herida”, 1 Ped. 2:24)
- Heridas en su cuerpo (puñetazos, una corona de espinas, azotes, clavos, su costado traspasado).
- Heridas en su corazón, en lo moral (humillado, abandonado, traicionado, desechado, negado).
El Padre nunca abandonó a Cristo
- “Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada” (Jn. 8:29).
- “Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre” (Jn. 10:17,18).
- “He aquí la hora viene, y ha venido ya, en que seréis esparcidos cada uno por su lado, y me dejaréis solo; mas no estoy solo, porque el Padre está conmigo” (Jn. 16:32).
Dios no abandona a los obedientes
- Lo que David dijo a Salomón: “Y tú, Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre, y sírvele con corazón perfecto y con ánimo voluntario; porque Jehová escudriña los corazones de todos, y entiende todo intento de los pensamientos. Si tú le buscares, lo hallarás; mas si lo dejares, él te desechará para siempre” (1 Cron. 28:9).
- Lo que David sabía: “Joven fui, y he envejecido, y no he visto justo desamparado, ni su descendencia que mendigue pan” (Sal. 37:25).
- Lo que sabemos: “Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré” (Heb. 13:5; cf. 1 Ped. 5:7).
Lo que se ha dicho sobre Cristo en la cruz
- Lo que los hombres han dicho: “Cristo vendría a ser el más grande transgresor, criminal, adúltero, ladrón, rebelde y blasfemador que jamás tuvo o podría tener el mundo” (Martín Lutero).
- Lo que la Biblia dice: “Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos; para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias” (Mat. 8:16,17). Entonces, cuando tomó nuestras enfermedades ¿se volvió enfermo? ¡Claro que no! Lo mismo se aplica a 1 Pedro 2:24.
Lo que realmente sucedió
- Cristo estaba sufriendo por el pecado del mundo (Jn. 3:16).
- Cristo estaba en agonía terrible y el Padre no intervino: “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?” (Rom. 8:32).
- Cristo citó el Salmo 22, en cual exponía proféticamente su crucifixión (Explicar el contexto y los versículos clave).
- El Padre lo dejó morir, pero no lo abandonó (Sal. 22:24). La exclamación indicó el cumplimiento de la profecía: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Sal. 22:1).