El sermón del monte: "Las bienaventuranzas"



Por Josué I. Hernández

Mateo 5:3-12


Introducción
  • Cuando comenzamos nuestro estudio del “Sermón del monte” primeramente nos encontramos con “Las bienaventuranzas”, las cuales exponen la bendición que gozan los ciudadanos del reino de los cielos.
  • Son dos preguntas las que responden las bienaventuranzas: 1) ¿Quiénes serán los ciudadanos del reino de los cielos? 2) ¿Qué bendiciones disfrutarán?
  • Comúnmente, el estudio de las bienaventuranzas se ha realizado examinando exhaustivamente cada una, lo cual quita la visión panorámica que en su conjunto exponen. En esta lección mantendremos la visión de conjunto que Cristo usó en “Las bienaventuranzas” enfocándonos en dos cosas presentes en los ciudadanos del reino de los cielos: 1) Su carácter. 2) Sus bendiciones.

I. El carácter de los ciudadanos del reino de los cielos (Mat. 5:3-12).
  • Implica varias cualidades interrelacionadas (cf. Gal. 5:22,23; 2 Ped. 1:5-11). Es decir, no podrían ser pobres de espíritu y no pacificadores, ni podrían ser de los que lloran y no limpios de corazón. Tampoco podrían ser mansos y no misericordiosos, etc.
  • Los ciudadanos del reino de los cielos son: 1) “pobres en espíritu”, pues admiten su bancarrota espiritual, reconocen su necesidad de la gracia de Dios, y manifiestan su dependencia del Señor. 2) “lloran”, por su condición espiritual y la de otros. 3) “mansos”, es decir, subordinados a Dios, con su fuerza bajo el control del Señor, y en su trato con otros, gentiles y amables. 4) “tienen hambre y sed de justicia”, es decir, anhelan desesperadamente hacer la voluntad de Dios. 5) “misericordiosos”, en su trato con sus semejantes, porque saben que necesitan misericordia. 6)“limpios de corazón”, procurando agradar a Dios en sus pensamientos e intenciones. 7) “pacificadores”, habiendo alcanzado la paz con Dios, y procurando la paz con todos, luchando por ella cada día.
  • Debido sus cualidades, los ciudadanos del reino de los cielos “padecen persecución por causa de la justicia”, pues son incomprendidos por los orgullosos y arrogantes que todavía están en sus pecados.

II. Las bendiciones de los ciudadanos del reino de los cielos (Mat. 5:3-12)
  • La condición de los ciudadanos del reino de los cielos se resume en una palabra “bienaventurados”. Es decir, feliz, dichoso, afortunado, bendito.
  • El ser “bienaventurado” no es una emoción superficial, sino el bienestar divinamente concedido, que no depende de las circunstancias (algo insólito), sino de la condición del corazón.
  • Las bienaventuranzas describen la vida exitosa. Cada vez que Cristo dice “Bienaventurados” indica una razón (“porque”), señalando una cualidad espiritual que Dios aprueba y bendice.
  • Los ciudadanos del reino de los cielos son beneficiarios de grandes bendiciones: 1) “de ellos es el reino de los cielos” (v.3,10), es decir, disfrutan la ciudadanía en el reino de Dios, es decir, son miembros de la iglesia que Cristo estableció. 2) “ellos recibirán consolación” (v.4), ahora (2 Cor. 1:3-5) y en el futuro (Apoc. 7:13-17; 21:1-4). 3) “ellos recibirán la tierra por heredad” (v.5), es decir, disfrutan de toda bendición (cf. Sal. 37:9,11,18,22,29,34; Mat. 6:10,33; Mar. 10:29,30; 2 Ped. 3:10-13). 4) “ellos serán saciados” (v.6) de la justicia que se encuentra en Cristo (Fil. 3:8,9; Rom. 5:9; Apoc. 19:5-9). 5) “ellos alcanzarán misericordia” (v.7), es decir, el perdón de los pecados (Apoc. 1:5,6) y el escape de la ira de Dios (Rom. 5:9; 1 Tes. 1:10). 6) “ellos verán a Dios” (v.8) a través de Cristo (Jn. 14:6,7) y cara a cara (1 Jn. 3:2; Apoc. 21:3; 22:3,4). 7) “ellos serán llamados hijos de Dios” (v.9), ahora (1 Jn. 3:1,2) y por la eternidad (Apoc. 21:5-7).

Conclusión
  • ¿Soy un ciudadano del reino de los cielos? ¿Estoy procurando vivir según el carácter que Dios aprueba?
  • Ciertamente, “nacer de nuevo” es el comienzo (Jn. 3:3-5), es decir, obedecer el plan de salvación del evangelio.
  • Sin embargo, cada ciudadano del reino de los cielos ha de vivir según la justicia del reino, conforme al carácter que Dios aprueba.




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