Dios y el hombre en el libro Jeremías



Por Josué I. Hernández


Introducción
  • Dios se esforzó para que su pueblo se arrepintiera, les acusó y les advirtió, antes de juzgarlo con el cautiverio.
  • Estos “llamados” al arrepentimiento están esparcidos por todo el libro, y nos proporcionan algunas lecciones importantes (cf. Rom. 15:4).

Dios es paciente.
  • Dios llamó a su pueblo al arrepentimiento, “desde temprano y sin cesar” (Jer. 7:13; 26:5; 35:14,15; 44:4).
  • Una y otra vez, Dios ha extendido su mano con amor, para dar oportunidades para que el hombre se arrepienta (2 Ped. 3.9; cf. Rom. 2:4).
  • Dios ha dado testimonio acerca de sí mismo (cf. Hech. 14:17).
  • Dios ha puesto su gloria sobre los cielos (cf. Sal. 19:1; 8:1,9).
  • Dios ha revelado su voluntad (2 Tim. 3:15-17) y se ha revelado en Cristo (Jn. 1:18; 14:9; 17:3).

El hombre puede ser obstinado.
  • Los sucesos de la vida de Jeremías no solo demuestran la voluntad del hombre para resistirse, sino también la profundidad e intensidad de esa resistencia (ej. Jer. 1:18,19; 5:3; 8:4,5; 18:12).
  • El hombre puede rechazar la verdad (2 Tes. 2:10).
  • El hombre puede oponerse a la verdad (2 Tim. 3:8).
  • El hombre puede tener comezón de oír (2 Tim. 4:3; ej. Jer. 6:14; 7:4,8).

La mala influencia suele ser poderosa.
  • El poder y el engaño del pecado puede vencer al amor, a la paciencia, a la verdad y al sentido común (ej. Jer. 2:18,19,36; 10:2).
  • El pecado está a la puerta (cf. Gen. 4:7).
  • Los corintios debían aprender esta lección (cf. 1 Cor. 15:33; 2 Cor. 6:14-18).
  • Los hebreos debían despertar al peligro (cf. Heb. 3:13; 11:25).

El hombre es valioso ante los ojos de Dios.
  • Dios ha persistido porque la humanidad es valiosa para él (Gen. 1:26,27).
  • Cuando llegó el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo (Gal. 4:4; cf. Hech. 3:22-26; 13:23) para salvarnos (Rom. 5:6-8; 2 Cor. 5:14,15; Heb. 10:5-7).
  • Dios quiere “que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Tim. 2:4).

El hombre es redimible.
  • Cualquiera que se declare a sí mismo “un caso perdido” necesita aprender que no es así.
  • Dios es el “Dios de la esperanza” (Rom. 15:13).
  • Dios tiene el poder de recrearnos (Jer. 18:6; cf. 1 Cor. 6:9-11; 2 Cor. 5:17).
  • La forma de recibir la abundante gracia de Dios (Rom. 5:17) es por la obediencia al evangelio (Rom. 1:5,16; 16:26; cf. Heb. 5:9).


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