"Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?" (Mar. 10:17).
"Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna? " (Luc. 10:25).
Por Josué I. Hernández
- Si pudiera hacer una pregunta a Jesús, ¿qué pregunta le haría?
- Dos hombres preguntaron a Jesús sobre cómo heredar la vida eterna (cf. Mar. 10:17; Luc. 10:25).
- Excelente pregunta, ¿no le parece?
La pregunta del joven rico
- Contexto: Jesús ha indicado la necesidad de “recibir el reino de Dios como un niño” (Mar. 10:15).
- Mateo nos informa que el hombre de esta historia era un “joven” (Mat. 19:20). Lucas lo llama “un hombre principal” (gr. “arcon”, Luc. 18:18), es decir, un gobernante.
- Corrió a Jesús, y arrodillado le preguntó, “Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?” (Mar. 10:17).
La respuesta de Jesús
- Lo hizo pensar, “¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios” (Mar. 10:18).
- Señaló los mandamientos que rigen la conducta hacia nuestro prójimo, “Los mandamientos sabes: No adulteres. No mates. No hurtes. No digas falso testimonio. No defraudes. Honra a tu padre y a tu madre” (Mar. 10:19).
La afirmación del joven rico
- Declaró cuán obediente había sido (Mar. 10:20).
- Esta declaración apunta a una buena crianza (cf. 2 Tim. 3:15; Deut. 6:7).
- Pero, ignoraba la gravedad del pecado que estaba cometiendo, y dijo: “¿Qué más me falta?” (Mat. 19:20).
La segunda respuesta de Jesús
- Motivado por el amor al joven, “Entonces Jesús, mirándole, le amó” (Mar. 10:21).
- Motivado por el odio al pecado (cf. Heb. 1:9; Apoc. 2:6,15).
- Enfocó el pecado (cf. Ex. 20:3; Mar. 10:24).
- Declaró la solución, “Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz” (Mar. 10:21).
- El problema no era el dinero, sino el amor al dinero (cf. 1 Tim. 6:10). Servía religiosamente a sus riquezas. El dinero era el centro de su vida, el enfoque de su devoción.
La reacción del joven rico
- Amando al mundo despreció a Jesucristo (Mar. 10:22).
- El precio le pareció demasiado alto, “afligido por esta palabra, se fue triste” (Mar. 10:21).
Aplicaciones
- Vender todo lo que tenemos no es un requisito universal del evangelio (cf. Hech. 5:4; 1 Tes. 4:11). Renunciar a todo lo que tenemos en el servicio del Señor sí lo es (cf. Luc. 14:33; Mar. 8:35).
- El ingreso al reino de Dios es imposible para los que confían en las riquezas (Mar. 10:23-25).
- La avaricia obstaculiza nuestro servicio a Dios (cf. Luc. 12:13-21).
- Jesús aborrece todo pecado, sin importar quien lo cometa.
- Dios puede salvar (Mar. 10:27).
- El ejemplo de los apóstoles (Mar. 10:28).
- “Pero muchos primeros serán postreros, y los postreros, primeros” (Mar. 10:31).
El intérprete de la ley
- Eran hombres orgullosos. No quisieron humillarse para confesar sus pecados y ser bautizados por Juan (Luc. 7:29,30).
- Preguntó por tentar (Luc. 10:25).
- Acertadamente citó Deuteronomio 6:5 y Levítico 19:18.
- Más dispuesto a discutir que a obedecer, “Pero él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo?” (Luc. 10:29).
- Jesús respondió a esta pregunta con la parábola del buen samaritano (Luc. 10:30-37).
Conclusión
- El joven rico se fue triste.
- No sabemos qué hizo el intérprete de la ley con la palabra de Cristo.
- Sin embargo, la pregunta es ¿qué estoy haciendo yo?