Por Josué I. Hernández
Introducción
- ¿Toda oración será respondida, sin importar lo que pidamos?
- Alguno dirá, “¿cómo Dios se negaría a concederme este deseo?”.
- La oración tiene una función y no opera más allá de ella.
La oración no puede
- Informar a Dios (cf. Mat. 6:8,32; Heb. 4:13).
- Aconsejar a Dios (cf. Rom. 11:33-36).
- Manipular a Dios (cf. Is. 46:10).
- Anular la voluntad de Dios (cf. Mat. 6:10; 1 Jn. 5:14,15; 2 Cor. 12:7-10).
- Reemplazar la responsabilidad personal (cf. Mat. 6:11; Ef. 4:28; 2 Tes. 3:10; Ex. 14:15,16).
- Reemplazar la obediencia (cf. Hech. 2:38; 8:22; Jn. 9:7; 11:39).
- Reemplazar la predicación del evangelio (Rom. 1:16; cf. Hech. 8:4; Col. 4:3).
- Lograr por sí sola el perdón de los pecados (cf. Hech. 2:38; 8:22; 1 Jn. 1:9).
Conclusión
- La oración es un acto de fe dependiente (cf. Mat. 6:8,9; 7:11).
- Mediante la oración expresamos el deseo de nuestro corazón (cf. Rom. 10:1; Fil. 4:6,7).
- Hay límites que la oración no traspasará.