Por Josué I. Hernández
Hechos 27
Introducción
- Mientras navegamos por la vida las tormentas nos sorprenderán (Hech. 27:2,20).
- Una tormenta en la que se aprenden grandes cosas.
- ¿Qué hacer en la tormenta? Veamos el ejemplo de Pablo (cf. 1 Cor. 11:1; Fil. 4:9).
Prepárese para la tormenta
- Cristo nos advirtió (cf. Mat. 7:27).
- Sus apóstoles nos advirtieron (cf. Hech. 14:22).
Confíe en Dios
- “porque yo confío en Dios” (Hech. 27:25).
- Dependa de él, “de quien soy” (Hech. 27:23).
- Trabaje para él, “a quien sirvo” (Hech. 27:23).
- Agradézcale a él, “Y habiendo dicho esto, tomó el pan y dio gracias a Dios en presencia de todos, y partiéndolo, comenzó a comer” (Hech. 27:35).
Recuerde a los demás marineros
- No está solo en la tormenta (Hech. 27:37; cf. 1 Ped. 5:9).
- Hay otros que serán afectados por su conducta.
- Ore por ellos (Hech. 27:24).
- Anímelos (Hech. 27:22,25,33,34,36).
- Sea un buen ejemplo (Hech. 27:25,35).
Haga su parte
- Considere las intervenciones de Pablo (Hech. 27:9,11,21,31,33,34).
- Pablo es el opuesto a Jonás en muchos sentidos (Jon. 1:1-17).
- Persevere en la oración con acción de gracias (Hech. 27:24,35).
- Espere en el Señor (Hech. 27:41-44).
Disfrute la salvación
- Después de echar fuera todo peso (Hech. 27:18,19,38).
- Después de nadar el último tramo, “todos se salvaron saliendo a tierra” (Hech. 27:43,44).
- Pudo haber sido peor (Hech. 28:1).
Lo que Pablo dijo en la tormenta (Hech. 27:23,24):
- Dios no me ha desamparado: “ha estado conmigo el ángel del Dios de quien soy y a quien sirvo”.
- Soy posesión de Dios: “de quien soy”.
- Dios me ha dado un propósito, “a quien sirvo”.
- Dios me ha dado esperanza: “no temas; es necesario que comparezcas ante César”