Por Josué I. Hernández
Introducción
- Cuando hermanos no han llegado a la reunión de la iglesia, alguno ha orado: “Apresura los pasos de los que vienen en camino… Quita todo obstáculo de su camino…”
- Preguntamos: ¿Cómo podría suceder esto? ¿Hay autorización divina para hacer semejante oración?
Responsabilidad personal
- Cosechamos lo que sembramos: Cada cual debe prepararse para asistir con puntualidad (cf. Rom. 12:11; 1 Cor. 14:23,26; Heb. 10:25).
- Dios no hará por nosotros lo que debemos hacer por nosotros mismos (ej. Jn. 9:7; 11:39).
Oración desinformada
- Si no sabemos por qué algunos no están con nosotros, no pretendamos siquiera sugerir algo en oración. En lugar de solamente orar, preocupémonos “los unos por los otros” (1 Cor. 12:25,26; cf. Mat. 25:35,36).
- No repitamos lo que no entendemos. Hermanos repiten lo que otros hermanos más antiguos siempre dicen (cf. Mat. 6:7).
Pedir conforme a la voluntad de Dios
- No hay autorización divina para pedir: “que sean apresurados los pasos…”
- Piénselo detenidamente: ¿Serán apresurados si están en el hospital? ¿Qué de los irresponsables? ¿Y si comenzó labores de parto? ¿Y si sufrió un percance serio en el camino?
No olvidar
- Que somos responsables de planificar quiénes realizarán las oraciones y por qué cosa orarán.
- Que la oración pública no es un discurso para la audiencia.
- Que nuestro propósito es dar gloria a Dios y ser edificados en nuestras asambleas.
Conclusión
- “Pero que todo se haga decentemente y con orden” (1 Cor. 14:40; LBLA).
- “Y esta es la confianza que tenemos delante de Él, que si pedimos cualquier cosa conforme a su voluntad, Él nos oye” (1 Jn. 5:14; LBLA).