Por Josué I. Hernández
Introducción
- Ilustración: Cuando nos miramos al espejo.
- Santiago compara el estudio de la Biblia con mirarse en un espejo (Sant. 1:22-25).
Mantenga su espejo a mano
- Listos para revisar nuestra apariencia (Ef. 5:27; cf. 2 Cor. 13:5).
- Meditar y hacer aplicaciones la palabra de Dios (Jos. 1:8; Sal. 1:1,2; Fil. 4:8).
- Necesitamos recordar lo aprendido, “tened memoria de las palabras que antes fueron dichas por los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo” (Jud. 17; cf. 2 Ped. 3:1,2; Fil. 3:1).
- Necesitamos citar la palabra, “escrito está” (Mat. 4:4,7,10).
Deténgase para un enfoque completo
- Se requiere atención al detalle, no sirven los vistazos (cf. Ef. 5:15,16).
- Se requiere diligencia, solicitud (cf. Jn. 5:39; Hech. 17:11; Heb. 2:1).
Mantenga su espejo limpio
- Ilustración: Un espejo sucio o empañado.
- La palabra de Dios puede ser distorsionada con prejuicios (cf. Mat. 22:23,29).
- La palabra de Dios puede ser torcida (cf. 2 Ped. 3:16).
- Algunos podrían estudiar con un velo (cf. 2 Cor. 3:14,15).
- Necesitamos contemplar con honestidad, a cara descubierta (cf. 2 Cor. 3:18).
No culpe a su espejo
- El espejo no tiene la culpa de nuestra apariencia: ¿Enojarse con el espejo?
- El problema no lo tiene la Biblia, ella dice la verdad (cf. Jn. 8:31,32; 17:17; Ef. 1:13).
- No debemos enojarnos por el mensaje de la Biblia (Sant. 1:19-21).
- La palabra de Dios permanece para siempre a pesar de nuestra actitud a ella (cf. 1 Ped. 1:25).
Conclusión
- Dios nos ha dado un buen espejo: “Pero el que mira atentamente a la ley perfecta, la ley de la libertad, y permanece en ella, no habiéndose vuelto un oidor olvidadizo sino un hacedor eficaz, éste será bienaventurado en lo que hace” (Sant. 1:25, LBLA).
- ¿De qué sirve mirarnos al espejo si no queremos corregirnos?
- Hoy es día de salvación.