La severidad de Dios



Por Josué I. Hernández
 

Introducción
  • Somos amonestados a mirar no solo la bondad de Dios, sino también su severidad, “Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente para con los que cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces en esa bondad; pues de otra manera tú también serás cortado” (Rom. 11:22).
  • Con este estudio queremos observar cuidadosamente la rigurosidad de Dios en el caso de Nadab y Abiú, los hijos del sumo sacerdote Aarón (Lev. 10:1-3).

El contexto del pecado de Nadab y Abiú.
  • Di mandó la construcción del tabernáculo (Ex. 25:1-9).
  • Hubo un gran altar de bronce frente al tabernáculo (Ex. 27).
  • Dios designó a Aarón y a sus hijos, incluyendo a Nadab y Abiú, para que ministraran como sacerdotes de Dios (Ex. 28:1 y sig.). 
  • Luego, se describe un segundo altar, el altar del incienso (Ex. 30:1-6).
  • No cualquier incienso se podría quemar sobre este altar (Ex. 30:9,34-38).
  • Aarón ofrecería incienso en este altar, por la mañana y al anochecer (Ex. 30:7,8,10).

El pecado de Nadab y Abiú (Lev. 10:1-3)
  • Actuaron sin permiso.
  • Quemaron incienso sin permiso.
  • Quemaron incienso en un lugar no permitido.
  • Quemaron incienso de una manera no permitida.

Otros casos
  • Moisés (Num. 20:1-13). 
  • El rey Saúl (1 Sam. 10:8; 13:8-14).
  • Uza (1 Cron. 13:7-10).
  • El rey Uzías (2 Cron. 26:16-21).
  • El culto voluntario (Col. 2:22,23).
  • La posición del Hijo de Dios (Heb. 1:5).
  • El cambio de ley (Heb. 7:12-14).

Conclusión
  • Podemos aprender (cf. Rom. 15:4).
  • No pensar ni hablar más de lo que está escrito (cf. 1 Cor. 4:6; 1 Ped. 4:11).
  • Actuar con autorización, haciendo lo requerido (Col. 3:17).