- La gracia de Dios es tanto su actitud favorable como el favor mismo, expresada para salvarnos eternamente, fundamentada en el sacrificio de Jesucristo y conferida por medio del evangelio (Tito 2:11-14; 3:4-7; cf. Hech. 20:24,32).
- Los casos bíblicos de conversión en el libro Hechos ilustran cómo Dios confiere su gracia.
- Dios no impone su gracia, debemos recibirla (Rom. 5:17; cf. 2 Cor. 6:1).
- No sentimos la gracia, debemos entenderla, la gracia nos enseña (Tito 2:12).
- Los pecadores son salvos (cf. Ef. 2:1-10).
- Los culpables son indultados (cf. Rom. 3:24; Tito 3:7).
- Somos hechos aceptos en el Amado (Ef. 1:6).
- La gracia de Dios exige trabajo, si no sería en vano (cf. 1 Cor. 15:10).
- La justificación por la gracia es conferida por la acción de fe en Cristo Jesús (Gal. 3:26,27).
- Cuando alguno es bautizado en Cristo, el perdón le es conferido por gracia (cf. Ef. 1:7; Hech. 2:38; Mar. 16:16).
- El bautismo es “el lavamiento de regeneración… por su gracia” (Tito 3:4,5,7).
- La gracia de Dios se ha manifestado y ofrece perdón a todo pecador.
- El evangelio llama a los perdidos a la salvación por gracia mediante la fe, exigiendo una fe voluntaria que obedece a Jesucristo (cf. Heb. 5:8,9; Rom 6:17,18).