- Que los ancianos siempre deben ser “conversos de muchos años, los más antiguos” (cf. 1 Tim. 3:6; Hech. 14:23).
- Que “el tiempo” es el factor determinante (cf. Heb. 5:12).
- El desarrollo requiere tiempo, pero el tiempo en sí no hace la diferencia (cf. Ef. 5:16; 2 Ped. 1:5-8; 3:18).
- Si el cristiano se esfuerza por desarrollarse Dios le dará crecimiento, porque este es su plan (cf. Ef. 2:21,22; 4:12-16). El crecimiento será otorgado al que se esfuerza por crecer (cf. 1 Ped. 2:2).
- En relativamente “poco tiempo” pueden alcanzarse grandes resultados si hay perseverancia (cf. Hech. 14:23).
- Una “iglesia fuerte” es la consecuencia de un “púlpito fuerte”.
- El “púlpito fuerte” es la consecuencia de un “predicador idóneo”.
- El “predicador idóneo” es la consecuencia de una “sabia elección”.
- No todo el que quiera predicar debe hacerlo. El púlpito no se otorga por simpatía. La iglesia debe designar al idóneo.
Manos a la obra
- Apoyo completo, de todo corazón: Cada miembro totalmente involucrado (cf. 1 Cor. 12:13-26).
- Plena participación en el cuerpo: Cada miembro diciendo “cuenten conmigo” (1 Cor. 12:27).
- Asistencia y puntualidad: Cada miembro presente cuando la iglesia se reúne (Heb. 10:25).
- Apoyo financiero: Cada miembro ofrendando con generosidad (cf. 2 Cor. 9:7; 1 Cor. 16:1,2).
- Una iglesia fuerte se produce con un “púlpito fuerte” (cf. Hech. 20:20,27,32; 2 Tim. 4:2,5).
- No cualquiera debe subir al púlpito. Designar con sabiduría quién predicará es un asunto crucial.
- No cualquier “tema” debe ser predicado, por muy “bíblico” que parezca; hay temas urgentes, y esos deben ser predicados.