Por Josué I. Hernández
- Problema: Pasan los años, décadas, y no se designan ancianos (cf. Hech. 14:23). Luego, la iglesia no supera la deficiencia (Tito 1:5).
- La solución comienza con la identificación del problema, o los problemas, y se concreta con el esfuerzo por superarlos como iglesia.
- Su predicación no apunta alto,
a la designación de ancianos; tal vez, por un enfoque a corto plazo, por una
falta de visión, o por haberse cansado ante la resistencia.
- Se ha vuelto “el encargado de la obra”, como un “pastor denominacional”; tal vez, ya se siente cómodo con esta posición.
- Siempre alimenta a la iglesia con leche, como a niños en Cristo, decidiendo por ellos, trabajando por ellos, cumpliendo las responsabilidades de ellos.
- No entiende su obra y no mira más allá de su comprensión; o no quiere aceptar su obra y las responsabilidades que conlleva.
- Está contenta con “la junta de varones”, y no quiere cambiar su presente estado.
- Se ha rendido a la deficiencia,
¿para qué hacer cambios si todo parece andar bien?
- No confía en el patrón de organización bíblica para la iglesia; tal vez, por decepciones del pasado, por miedo, o por comodidad.
- La incomprensión de lo que es el pecado (1 Jn. 3:4) y lo que hace el pecado (cf. Rom. 6:23; 1 Cor. 5:6; Gal. 5:9; Heb. 12:15).
- Mala actitud hacia los métodos bíblicos de corrección (cf. Mat. 18:15-17; Gal. 6:1; 1 Tes. 5:14; 2 Tes. 3:6,14,15; 1 Cor. 5).
- Falta de amor para trabajar como cuerpo, equipo, o conjunto (cf. Hech. 2:42; 1 Tim. 3:15).
- Tolerancia de la inasistencia y la impuntualidad (cf. 1 Cor. 14:23,26; Heb. 10:25).
- Razones como las anteriores obstaculizan la designación de ancianos, porque estorban el desarrollo y la madurez hacia la eficiencia.
- Si alguno es parte de este problema, corregirse le hará parte de la solución.