Por Josué I. Hernández
Efesios 1:13,14
- Al estudiar Efesios 1:4-14 contemplamos las bendiciones que la iglesia disfruta en Cristo
- Entre estas bendiciones tenemos al Espíritu Santo actuando como sello y arras del pueblo de Dios.
- El “sello” (gr. “sfragizo”) protege y autentica, garantizando el carácter genuino de un documento, persona o propiedad (cf. Est. 3:12; Cant. 8:6; 1 Cor. 9:2), y protegiendo contra la manipulación o el daño (Mat. 27:66; Apoc. 5:1).
- El Espíritu Santo da testimonio (Rom. 8:16), mora (Rom. 8:9; 1 Cor. 6:19,20), y vivifica a al pueblo de Dios (Rom. 8:11-14; Ef. 3:16).
- En este contexto, el Espíritu Santo autentica al pueblo de Dios como heredero (cf. Ef. 1:14; 4:30)
- La iglesia ha sido sellada después de oír y creer (Ef. 1:13) y ser bautizados en Cristo (cf. Hech. 19:1-5; Gal. 3:26,27).
- El sellado por el Espíritu Santo no ocurre antes de la conversión (cf. Hech. 2:38,39; 5:32).
- Las “arras” (gr. “arrabón”) son la prenda de garantía que funciona como promesa de pago, promesa que garantiza el cumplimiento del acuerdo (cf. Gen. 38:17-20).
- El Espíritu Santo es la garantía de la herencia del pueblo de Dios (cf. 2 Cor. 1:22; 5:1-5).
- La obra del Espíritu Santo en la iglesia es un anticipo de la gloria celestial (cf. Rom. 15:13; Ef. 3:16; Gal. 5:22,23).
- El Espíritu Santo garantiza la redención final del pueblo de Dios. Aunque los cristianos ya han sido redimidos (Ef. 1:7), queda la redención, o liberación, definitiva (Ef. 4:30; cf. Rom. 8:23).
- Ante semejantes bendiciones el apóstol alaba a Dios (Ef. 1:3,6,12,14).
- ¿Es nuestra reacción como la de Pablo? ¿Hemos entrado en el pueblo de Dios? ¿Vivimos conforme a la vocación con que fuimos llamados (Ef. 4:1)?