Por Josué I. Hernández
- Nadie es “bueno” o “malo” por nacimiento, sino por su propia decisión.
- Hay dos caminos, y cada persona determina su destino.
EL CAMINO DE LA VIDA (v.1-3).
- Una clase de transeúnte: No anduvo, ni estuvo, ni se ha sentado (v.1; cf. Prov. 4:14; Jer. 15:17; Sal. 26:5).
- El carácter de este transeúnte: Lo que eligió ser (v.2).
- Las consecuencias de su elección: “Bienaventurado” (v.1), y fructífero y próspero (v.3; cf. Sal. 128:1-4; Jos. 1:8; Jer. 17:7-8).
EL CAMINO DE LA PERDICIÓN (v.4,5).
- Las consecuencias que recaen sobre estos transeúntes (v.4,5; cf. Ez. 18:14,17,21; Mat. 7:13,14)
- En el tribunal de Cristo, su preferencia será juzgada: “no se levantarán los malos en el juicio, ni los pecadores en la congregación de los justos” (v.5).
EL JUICIO DE DIOS (v.6).
- Los justos son aprobados: “Porque Jehová conoce el camino de los justos” (v.6). Conocer = Aprobar (cf. 2 Tim. 2:19; Rom. 8:29; Mat. 7:23).
- Los malos perecerán: “Mas la senda de los malos perecerá” (v.6).
Conclusión
- No hay un tercer camino, ¡solamente hay dos!
- Toda persona siempre escoge un camino.
- ¿En qué camino estás tú?
